Los niños y adolescentes son una fuente inagotable de energía; corren, saltan, juegan y practican diferentes deportes. En su afán de experimentar, pueden sufrir accidentes, traumatismos o realizar movimientos bruscos (en ocasiones forzados), lo que puede dañar los ligamentos, esenciales para la estabilización de las articulaciones.
Cuando tu hijo se ha torcido el pie, puedes observar, dependiendo del grado del esguince:
- Dolor.
- Inflamación.
- Edema.
- Inestabilidad en el tobillo.
- Imposibilidad de cargar sobre el pie.
Es importante acudir al médico para descartar lesiones óseas y, posteriormente, comenzar con el tratamiento de fisioterapia.
Antiguamente, se recomendaba el reposo absoluto para un esguince. Sin embargo, en la actualidad se sugiere un reposo relativo con disminución de la actividad física. Las estructuras se recuperan más rápidamente con cierto rango de movimiento (siempre bajo la indicación y supervisión de tu pediatra o fisioterapeuta), lo que contribuye a una mejor estabilidad y función de la articulación. articulación.