El cuerpo de tu hijo está creciendo a gran velocidad: huesos, músculos, tendones y ligamentos pueden no desarrollarse al mismo ritmo, lo que puede provocar molestias en el niño.
Si notas que tu hijo:
- Se queja en las últimas horas del día.
- Experimenta dolor al intentar realizar un determinado movimiento.
- Se siente incómodo al mantener una posición estática.
Es fundamental valorar su postura y patrones de movimiento. El dolor puede llevar al niño a buscar posiciones y movimientos antiálgicos (en los que no aparece el dolor). Si estas posturas se mantienen en el tiempo, podrían provocar desequilibrios entre las articulaciones y sistemas. Por ello, es importante liberar las posibles tensiones para permitir un movimiento coordinado y armónico.